miércoles, 4 de junio de 2008

negrofobia

La otra noche cuando regresaba a casa en coche del trabajo una emisora de radio hizo una aproximación más o menos detallada sobre los disturbios raciales que están sudeciendo en la República de Sudáfrica. Como usteden saben, Sudáfrica es uno de los países que mejor funcionan en la parte sur de África, lo que no significa que Sudáfrica sea un país que funcione bien. Ahora mismo la inflacción les mantiene casi ahogados, mucha población no tiene trabajo y la delincuencia es altísima. En Sudáfrica, país en el que apenas hace veinte años el apartheid sacudía sin descanso a las personas de raza negra, hoy los que fueron pisoteados y humillados otorgan la misma moneda a los inmigrantes que llegan a Sudáfrica procedentes en particular de Mozambique y Zimbabwe. Los sudafricanos acusan a los inmigrantes de robarles el trabajo y de provocar disturbios, robos y cosas malas. Los hijos de los que fueron asesinados a pedradas y quemados vivos ahora se dedican a glorificar a sus familiares con las matanzas de inmigrantes con la misma piel. En Sudáfrica el sistema educativo ha sido siempre lamentable. La educación en muchísimos casos es patética. La culpa de esta situación es la colonización británica. En Sudáfrica los blanquitos que gobernaban el país lo hicieron muy bien para sus propios intereses. Colegios para blancos y colegios para negros. Los colegios para blancos con educadores normales. Los colegios para negros con pésimos educadores. Así los negros nunca podrían alcanzar los puestos de trabajo de mando de los blancos debido a la falta de conocimientos. Resulta que veinte años después del final del apartheid el sistema educativo ha empeorado muchísimo en Sudáfrica. Ahora hasta los niños blanquitos de clase media tienen que estudiar en colegios con pésimos educadores. Mozambique y en Zimbabwe son dos países muy pobres en los que vivir una vida normal es asfixiante y casi imposible, lo que sucede es que los colegios en estos dos países ofrecen mejor calidad de formación a los que pueden acudir. Los inmigrantes que llegan de Mozambique y Zimbabwe suelen ser en la mayoría de los casos personas que tienen un nivel cultural bastante más elevado que los sudafricanos. Los nativos se mosquean porque les quitan el trabajo, y, es normal que se enfaden, lo que sudece es que la gente está tan desesperada que a partir de ahí todo se desboca hasta prender fuego a las personas vivas para que ardan en el infierno delante de sus narices. Los periodistas especializados en política internacional, algunos de ellos que han vivido en Sudáfrica algunos años, a este odio que tiene la raíz principal del problema en la educación lo han denominado "negrofobia". Es un increíble que un país que tiene a una las cabezas visibles a nivel mundial consagrada por todas las instituaciones del mundo entero, el señor Nelson Mandela, no sea capaz de fijarse un poquito en la vida de su propio paisano. No comprendo como el odio y la ira no nos permiten estar más atentos a las cosas que ocurren.

Ayer pude escribir bastante en este humilde blog porque no acudí a trabajar. Tuve diarrea corporal, probablemente producida por la diarrea familiar y la diarrea sentimental. No soy ningún mártir ni ninguna víctima ni nada por el estilo. No soy un angelito, pero les puedo asegurar que moralmente hay días en los que no puedo ni levantar la vista (metafóricamente). Ayer tuve que acudir al médico y estuvimos hablando un rato: la diarrea corporal me la ha provocado la furia y la frustración de alguien que puede pisotearme cada vez que las cosas no le salen como quiere. La cuerda siempre se rompe por el lado más débil. A los toreros de vez en cuando el toro les coge. Los nervios se me agarran al estómago y hasta que no suelto esa punzada continua no me quedo a gusto. Puedo escribir que en cierto modo padezco "negrofobia". ¿Saben qué? Cada día me importan menos cosas. Me importan las que considero justas y necesarias. Trabajo para vivir y crecer satisfactoriamente como persona haciendo lo que me gusta en mis ratos libres. Deporte, liberación. Algunas personas se creen que soy tonto. De tonto tengo muy poco y, es mucho más probable que me haga pasar por tonto antes que decir alguna palabra de saber cómo me la juegan. Lo importante es que gravito en otra onda, no me interesan ni el orgullo ni quedar por encima de nadie. Sé que estoy teniendo un año muy duro en algunos aspectos porque los loros viejos nunca aprenderán a hablar y la lora vieja que acompaña al loro tiene que estrellarse porque no es capaz de pisar suelo firme. En cuanto a lo sentimental la cosa está clara; me devolvieron casi todos los regalos (el regalo caro no lo ha devuelto) después de montar el circo pobre y manido de la malquerida. Ahora que las cosas me van mal lo tiene fácil. Mantiene las distancias y el respeto telefónico. Siempre está ocupada quien fuera en su momento... me preguntó el médico y le contesté con sorna: la noche del cinco de enero para celebrar los reyes magos me dieron de lo lindo. Duele y escuece, sí, es cierto, no hay por qué negarlo, pero ya no me duele el golpe, ni la manera estudiada y concisa con la que me sacudieron a conciencia. Sacudirme a mí no tiene mérito. Es como si un adulto sube a un cuadrilátero a luchar con un niño de tres años. Ella relajada, yo agotado. El médico me pregunta y le contesto que en cinco meses la única respuesta emitada por el asno ha sido: morro torcido, tensión en el cuello, ojos ladeados repletos de ira y la única frase de: tú sabrás por qué. El médico me dice que soy un tipo duro y le contesto que yo no fumo como Bogart.

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