Casi de manera religiosa ayer, a las nueve menos cuarto de la noche estaba sentado frente al televisor para ver la final de la Eurocopa 2008 que enfrentaba a las selecciones de Alemania y España. El partido estuvo interesante y, como sucede siempre en las finales, este tipo de eventos provocan nervios y alegrías en los teleespectadores. La cosa salió bien. La selección española de fútbol consiguió proclamarse campeona de la Eurocopa por méritos propios. Jugó a fútbol. Jugó bien. De los alemanes ya se sabe: tozudez y fuerza. No hicieron demasiado pero ahí estuvieron, incordiando cuando les fue posible. Iker Casillas estuvo como casi siempre, muy bien; quizá algo mejor de lo habitual porque los balones aéreos no son lo suyo y ayer estuvo contundente. No ofreció opciones a los teutones. En cuanto vio algún atisbo de peligro en lugar de blocar el balón metió los puños. Balones fuera. La defensa española ha estado muy bien posicionada durante todo el campeonato. En alguna ocasión puntual Sergio Ramos ha perdido el pergamino a seguir, pero ha reaccionado bien. Anoche el centro del campo español estuvo estupendo. Andrés Iniesta, Cesc Fabregas, Xavi, Silva y Senna realizaron una labor encomiable. Los cuatro primeros tocando el balón raso. Senna como hombre fuerte que además de imponer fuerza y potencia a la medular tiene toque y sabe estar. Me gustó mucho Fernando bobo Torres, que desde que está en el Liverpool sabe lo que es que los defensas sacudan de lo lindo y estuvo listo. Mientras estuvo en el campo se fajó con dos centrales imponentes, uno de ellos daba miedo con la barba poblada, pero les desfondó y consiguió sacar tajada con una zancada endiablada. Me gustaría reseñar el trabajo del seleccionador español Luis Aragonés. Ha defendido hasta las últimas consecuencias su fútbol. Toque y toque y toque y balón raso y tenemos el balón que el contrario corra detrás de nosotros. Este fútbol es el mejor fútbol y el más dañino para cualquier rival. La selección española de fútbol ha merecido el campeonato con merecimiento.
Cuando terminó el partido y España se proclamó campeona la gente salió a la calle a festejarlo. Gritos, voces, petardos, enormes pitidos prolongados con los claxon desde los interiores de los coches que iban y venían. Estuve a punto de quedarme dormido dos veces pero en las dos ocasiones sendos petardos potentes arrastraron mi desesperación manteniéndola viva. Ruido hasta altas horas de la madrugada. Algunas personas tenemos que madrugar mucho porque entramos a trabajar muy pronto, así que hoy hemos dormido poco y mal. El triunfo histórico ya se ha conseguido. A mis treinta y un años he visto a la selección española ganar un título sin tubeos aunque sufriendo, porque para ganar y obtener la recompensa que se busca hay que sufrir. Ahora toca dormir. Las personas ya están más calmadas.
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