sábado, 7 de junio de 2008

fragilidad emocional

Desde que comenzaron las finales de conferencia en la NBA mi amigo el señor verde y este escritor de poca monta nos hemos estado intercambiando numerosos correos electrónicos en el que el baloncesto ha sido el contenido exclusivo. Mi amigo el señor verde es oriundo de Portland, en el Estado de Oregon, pero su vida adulta la ha vivido y la vive en la ciudad de Boston. Como ustedes ya sabrán, la final de la NBA de este año enfrenta a los Celtics de Boston y los Lakers de Los Ángeles. La mayoría de los españoles estamos con los Ángeles Lakers porque el jugador Pau Gasol forma parte de esta entidad. El primer partido de la final se ha celebrado en el campo de los Celtics, que han vencido por diez puntos, noventa y ocho a ochenta y ocho. He visto un resumen del partido en Internet y he leído alguna crónica en algún periódico deportivo español. Los Lakers no jugaron bien. Los Celtics jugaron bastante bien. El celta Paul Pierce realizó un gran partido y el pívot Kevin Garnett superó con creces a Pau Gasol. El excelente jugador español, desde que llegaron los Lakers a la final de la conferencia oeste está teniendo serios problemas para defender a sus rivales. En la final de la conferencia oeste tuvo serios problemas para defender al almirante Tim Duncan. No pudo con el almirante en el juego defensivo. Kevin Garnett le ha superado con creces en el primer lance. Es normal. Tanto Duncan como Garnett son dos buenísimos jugadores con una gran trayectoria, saben a lo que juegan, tienen experiencia y, sin ningún ánimo de insulto y con mucha admiración, son dos negros enormes, fuertes como rocas con un podería físico excepcional. Pueden con Pau Gasol porque quizá puede que sean mejores jugadores que el catalán, y la corpulencia entre los dos negros y Pau es abismal. Gasol no es definible como un jugador defensivo excelente. Es capaz de coger muchos rebotes, pero a la hora de defender hombre a hombre tiene dificultades si le toca bailar con la más fea. Mi amigo el señor verde ha tardado muy poco en restregarme por la cara la actuación de Kevin Garnett frente a Pau Gasol. Mañana de madrugada será el segundo choque, de nuevo en la casa de los Celtics de Boston. Ya veremos... le he escrito a mi amigo el señor verde.

Esta tarde, cuando he regresado de trabajar y me he sentado a comer después de colocar las bolsas de la compra he encendido la televisión para ver la final de tenis de Roland Garros 2008. El partido estaba avanzado en el primer set y he visto hasta el final. La guapísima jugadora serbia de veinte años Ana Ivanovic, con su metro y ochenta seis centímetros de estatura, ha conseguido proclamarse campeona de esta edición frente a la jugadora rusa Dinara Safina por seis a cuatro y seis a tres. La calidad tenística de la final ha sido nada más que decente. Las dos jugadoras son buenas tenistas y han realizo un buen torneo, lo que sucede es que en las finales de los Grand Slam o juegan jugadoras con experiencia o en las finales no se ve un buen partido debido a los manojos de nervios. A mi parecer la fragilidad emocional de estas dos tenistas en la final de este año ha sido excesiva por las dos partes, habiendo momentos en los que el ridículo y el patetismo estaban a punto de llegar a la pista y de la pista a los espectadores y a los teleespectadores. Entre saltitos, grititos, voces y caras de féminas según el punto un espectáculo de dimensión internacional debería tener una seriedad que no ha sido correspondida ni esperada ni producida por las dos tenistas. Entiendo que Ana Ivanovic tiene veinte años y Dinara Safina veintiuno. La juventud, la inexperiencia, los nervios y los sentimentos a flor de piel. Todo es comprensible y no las culpo. A quienes sí culpo es a sus entrenadores. Los entrenadores están para entrenar y para enseñar a controlar las emociones en situaciones concretas. Más cuando son profesionales y ganan cantidades industriales de dinero por realizar su trabajo. La guapísima Ana Ivanovic se convierte en la jugadora número uno mundial. Juega bien, tiene buenos golpes, es un espectáculo ver su hermosa cara, sus tetas duras y su portentoso culo con unas piernas kilométricas que no acaban, nunca muy bien perfiladas. Cuando se mete dentro de la pista a golpear la pelota lo hace muy bien, pero es robótica, monotemática, es una buena jugadora sobre todo a la hora de dar palazos más que raquetazos. Emocionalmente es demasiado sensible y frágil para estar tan arriba, lo que significa que en el tenis femenino es probable que tengamos una mala racha los teleespectadores por el bien del espectáculo. Ana Ivanovic no tiene en la pista el carisma de la recién retirada Justin Henin, ni la concentación ni lo excelentes modales dentro de la pista de la también retirada Kim Clijsters. Serena Williams es un travestido con rabo a la que si las cosas no le salen bien en la pista se comporta como una mojigata. Es probable que a los que nos gusta el tenis de verdad tengamos que encomendarnos a la francesa Amelie Mauresmo y a Maria Sharapova, probablemente las dos jugadoras ahora mismo con la entereza mental suficiente para ofrecer espectáculo en las grandes finales sin que los nervios afloren de manera irrisoria. Dinara Safina ha jugado bien, pero su actitud ha sido lamentable con ella misma. Desde que vi al sueco Magnus Norman meterse al diablo en el cuerpo en la final que le enfrentó al brasileño Gustavo Kuerten no había vuelto a ver semejante parida de emociones de un profesional en una pista de tenis. La diferencia es que Magnus Norman se metió al diablo en el cuerpo él solito y lo pagaba con él mismo. Dinara Safina se ha puesto a pegar voces y a mantener diálogos enfadados con ella misma patéticos, sin sentido. Así sucede, son buenas tenistas pero no tienen carisma. No pasarán a la historia como tenistas. Los comentaristas han comentado que la serbia residente en la ciudad suiza de Basilea Ana Ivanovic tiene algunos destellos y reminiscencias de Steffi Graf (la derecha portentosa) y de la primera Martina Hingis (la frescura en la pista). Los comentaristas de la retransmisión han vendido humo. Ni la derecha ni la frescura. Ahora mismo el tenis femenino está un poco huérfano de carisma en la pista. Esperemos que Ana Ivanovic se relaje unos días viendo películas, jugando al baloncesto con su hermano pequeño y viendo la Eurocopa de fútbol, que le encanta ver este deporte. Después sus entrenadores y preparadores deberían comenzar a ejercitar y a fortalecer su cabeza, porque en esa cabeza hay mucha tela para cortar y para tejer. ¿Quieren ustedes ver un partido de tenis de calidad? Mañana a las tres de la tarde en la final masculina de Roland Garros. Rafael Nadal y Roger Federer. Dos jugadores muy potentes a nivel mental, que saldrán a la pista en sus duelos personales a matar y a morir, pero con cabeza y estrategia bien estudiada. Ana Ivanovic ha conseguido vencer en su primer grande. El año pasado la belga Justin Henin la arrolló en la final del mismo torneo. Este año llegó a la final en Australia y perdió contra Maria Sharapova. Me alegra que Ana Ivanovic haya conseguido su primer Grand Slam. Ha sufrido mucho para llegar al nivel que tiene. A los doce años tuvo que exiliarse de Belgrado a Suiza para continuar con sus entrenamientos. Los bombardeos de la OTAN no le permitían entrenar y durante algún tiempo entrenaba dentro de una piscina sin agua.

He escuchado el single musical de NajwaJean que lleva por título "Crime". La canción es pegadiza pero tiene truco. El inglés en esta formación sigue siendo sencillo, escueto, casi rozando la penuria. Najwa Nimri modula las estrofas como si tuviese una serpiente en la boca. Me gustaría poder escuchar en directo si es capaz de arrastrar la voz como la arrastra en algunas de las estrofas de esta canción sin la ayuda de algún programa informático o algún arreglo.

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