A las cinco y media de la tarde de ayer no pude aguantar más. Sin mediar palabra cogí con un puño a mi jefe de la pechera, le agaché el cuello como si un torero estuviese humillando a un toro y el otro puño se lo puse a dos centímetros de la frente para decirle: -mira tío, tienes que darme la tarde libre porque ahora la selección española de fútbol va a comenzar su andadura en la Eurocopa y necesito ver el partido. Para mí la selección son once dioses y es de vital importancia ver el partido-. Mi jefe me respondió que sí, que me daba la tarde libre. Cogí mis cosas y me marché al bar más cercano. Me senté en un buen sitio frente al televisor de plasma, tiré las llaves de mi cochazo sobre la barra del bar, y, pedí un copazo de sol y sombra con tres piedras de hielo. Me remangé las mangas de la camisa y se puse a batir palmas para animar a los chavales. La selección española de fútbol hizo un partidazo. A cada gol pedía un nuevo copazo de sol y sombra. Cuando terminó el partido con un cuatro a uno a favor frente a Rusia la sien me sudaba. Celebré los goles como un poseso. Cada vez que Villa celebraba uno de sus tres goles pensé en Raúl González Blanco, pensé que quizá estaría viendo el partido desde su casa y a cada gol del siete de España estaría sacando la muleta pegado al televisor para ofrecer algunos pases taurinos.
Borrachuzo perdido pero feliz me monté en el coche para regresar a casa. En el hogar me lavé la cara mientras mis hijos y mi mujer cenaban. Mi mujer me preguntó por qué había regresado algo más pronto de lo normal del trabajo. Le dije que el jefe nos había dejado salir antes. Acosté a los niños con un olor apestoso de copazos. Cuando se durmieron pensé en ducharme, pero decidí lavarme las sobaqueras con la esponja y un poquito de jabón. Cuando me sentí limpio acudí al sofá del salón junto a mi mujer y me preparé otro sol y sombra. Mi mujer me dijo que los niños no habían sacado buenas notas en el colegio y que necesitaban acudir a una academia durante el mes de julio. Le dije que no, que no pensaba pedir un crédito más al banco. La semana pasada tuve serios problemas para que me concedieran un crédito para pagar el apartamento cercano a la playa en el mes de agosto. Le dije a mi mujer que ella debía ponerse a ofrecer clases a los niños y, como España ganó cuatro a uno la dejé tranquila, no le sacudí ni una hostia ni nada por el estilo; a cambio le dije que tenía que dormir en el sofá. Quería disfrutar el triunfo de mis dioses a pierna suelta. La huelga de transportes me importa una mierda, pero hay muchos españoles, doce mil en concreto a los que les importa menos todavía. Doce mil españoles que estuvieron presentes en el partido de España-Rusia para animar a los chavales. ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Francisco Franco! Vivan los cojones de todos los españoles y las madres que nos parieron. Demostramos ser auténticos toros. Raza, orgullo, pundonor. El próximo sábado es la siguiente cita. Que pongan los vikingos sus barbas a remojar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario