Esta tarde he recibido una llamada que no esperaba en el teléfono móvil. Un vecino, un amigo que por motivos laborales hace cuatro años se marchó a trabajar a la localidad de Ponferrada ha venido a pasar el fin de semana a Madrid, a casa de sus padres y, siempre que viene a Madrid me llama y sube a mi casa, lugar desde el que escribo ahora mismo, y nos vemos un rato. Creo que la última vez que nos vimos, de este modo, fue en la semana o a la semana del pasado cambio de horario de invierno a verano, hace algunos meses. Este amigo se dedica a la construcción. Al preguntarle por cómo está "el asunto" a alguien que está metido en harina me ha contestado: La verdad es que ahora la cosa está mal, pero a nosotros no nos ha pillado mal del todo. Teníamos todo vendido y ahora estoy liado con muchos papeleos que tengo que hacer antes de entregar las últimas casas que tenemos que entregar. La semana pasada estuve un par de días en la ciudad de Gijón mirando unos solares para edificar. En Ponferrada varios constructores, uno de ellos de toda la vida y cuatro o cinco intrusos se han dado a la fuga. Han cobrado bastante dinero de unos pisos que estaban construyendo y, de buenas a primeras los obreros han dejado de acudir a trabajar y los tipos se han marchado con los cuartos y ahora ni Dios los encuentra por ninguna parte. Por el momento han dejado a numerosas personas colgadas, sin dinero y sin pisos. He aquí lo que triunfa en España: los tunantes.
Este chico, cuando se licenció en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid se marchó un año a trabajar siete días a la semana de parrillero en un restaurante de un barrio exclusivo del sur de la hermosa ciudad que es Londres. Quería ganar dinero y, aprender inglés. Al cabo de un año trabajando todos los días en la parrilla de un restaurante se quemó, como es normal, y, regresó a España. Había amachambrado una buena cantidad de dinero y, antes de ponerse a trabajar en serio decidió durante seis meses recorrer varios países sudamericanos. En Sudamérica aprendió que con muchas menos cosas materiales son muchísimo más felices que nosotros, siempre tristes porque no tenemos el último aparato de DVD en el salón de nuestros confortables hogares. En Sudamérica aprendió lo que es el sexo y, aprendió a follar disfrutando con las mujeres. Mi amigo me ha preguntado por mi vida sentimental. Le he dicho que mantengo una relación sentimental con una mujer sudamericana, que la española, afortunadamente, se acabó. Le he dicho que soy feliz y, que prefiero lo que tengo ahora, por el momento. Mi amigo me ha preguntado si tengo intención de volver a tener una relación sentimental con una mujer española y le he dicho que lo veo muy difícil. Conociendo lo que conozco ahora paso bastante de mujercitas con bragas de paracaídas que pasan su tiempo libre limpiando sobre limpio y con un conejo de campo que suele oler porque se ciudan muy poco. Le he dicho a mi amigo que, creo que la mujer española se encuentra en clara desventaja frente a la mujer sudamericana. La mujer española se ciuda muy poco. La mujer sudamericana se cuida muchísimo. Esto los hombres lo apreciamos y nos gusta. La mujer española no puede competir en la cama con la mujer sudamericana.
Mi amigo me dice que vive sólo en un piso en el centro de Ponferrada y que no quiere compartir su vida sentimental con nadie a día de hoy. Tampoco quiere saber nada de mujeres españolas. Mi amigo marcha bien de dinero. No es rico pero vive bien. Trabaja bastante en un cargo de responsabilidad. Mi amigo me dice que cuando la polla le va a estallar acude a una casa de citas de mujeres sudamericanas, que paga, que lo pasa en grande y que le sale barato porque no aguanta tonteriítas ni tiquis miquis. Mi amigo se ha tomado tres cervezas, se ha fumado tres cigarrillos y se ha marchado de marcha al centro de la ciudad de Madrid. Me ha gustado su visita. Me he dado una ducha y me siento limpio.
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