La banda terrorista ETA ha cometido un atentado contra el cuartel de la Guardia Civil en la localidad Navarra de Calahorra. La banda terrorista ETA cada día es más cutre y más barriobajera. Quizá este atentado sea su manera de celebrar su propio via crucis particular en esta Semana Santa en la que deseaban celebrar la imposibilidad de ser independientes. Esto sí que es grande y agradable. No ser independientes. Nunca. ¡Nunca!
En Francia la opinión pública lleva varios días reflexionando de mala manera sobre la eutanasia por lo acontecido con la señora Chantal Sébire. La opinión pública francesa reflexiona dentro del marco de hipocresía. El Gobierno de Nicolas Sarkozy trata de reflexionar sobre la leyes de la eutanasia dentro del marco de la hipocresía. Tratan de reflexionar ahora que Chantal Sébire no necesitó la ayuda ni de la opinión pública ni del Gobierno de la nación para morir con dignidad. Tratan de reflexionar dos días después de su dulce descando. ¿Por qué la Justicia no le ayudó? Afortunadamente, las personas no necesitamos de la Justicia, ni de la opinión pública ni del Gobierno de la nación para morir con dignidad. La señora Chantal Sébire y sus hijos y amigos y médicos nos lo han recordado. La señora Chantal Sébire pidió por las buenas que le ayudasen a paliar los dolores mortíferos que le impedían vivir con dignidad. No la ayudaron y una vez que alcanzó su deseo sin ayuda del Estado reflexionamos todos sobre que debíamos haber hecho. El marco de la hipocresía es muy extenso y, afortudamente, muy pequeño también. No es difícil encontrar la burla a la hipocresía. La señora Chantal Sébire fue encontrada muerta en su cama junto a un frasco de productos tóxicos. Varapalo a la Justicia y al Estado.
La presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América, la señora Nancy Pelosi se ha reunido con el Dalai Lama en la ciudad india de Dharamshala, ciudad en la que el Dalai Lama vive su exilio obligado. Mientras se celebraba la reunión el Ejército chino partía el espinazo de los tibetanos a palos y disparos.
El escritor belga Hugo Claus padecía de Alzheimer. La enfermedad la tenía muy avanzada y le torturaba. Este escritor, probablemente el más reconocido de la literatura neerlandesa, candidato al Premio Nobel en numerosos años, escritor prolífico con más de ciento cincuenta títulos publicados a sus espaldas entre obras de teatro, guiones de cine y televisión y novelas, pidió ayuda al Gobierno belga a los setenta y ocho años de edad para que le aplicaran la eutanasia. El Gobierno belga le ayudó en la preciosa ciudad de Amberes. Hugo Claus mantuvo relaciones sentimentales con actrices bellas, incluso con la actriz holandesa de telenovelas Sylvia Kristell tuvo un hijo y los tres se exiliaron durante algunos años en la ciudad de París. El escritor Hugo Claus fue reconocido mundialmente por su novela "El lamento de Bélgica". Novela de la que los críticos especializados han escrito y hablado que es una de las novelas en las que se retrata de una de las mejores maneras posibles como la sociedad flamenca colaboró de manera precisa y entusiasta con los nazis durante la segunda Guerra Mundial. Hugo Claus era flamenco. Atacó con dureza, inteligencia y sabiduría a su propia comunidad. Hugo Claus murió como merecía y como hubiese merecido Chantal Sébire y muchas otras personas anóminas que están arrastrados y dobladas por enfermedades que no tienen cura. Sería beneficioso para la sociedad y nuestro futuro madurar en lugar de vivir en una frágil pompa de jabón moral.
sábado, 22 de marzo de 2008
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