sábado, 1 de marzo de 2008

hete aquí un gilipollas

Me encuentro atrapado por la fiebre. El pasado miércoles por la noche, cuando me metí en la cama, me costó encontrar la postura para dormir porque tenía molestias en el cuello. Me pregunté: ¿Qué he hecho para que me duela el cuello? Me dormí sin encontrar la respuesta. El jueves por la mañana me desperté con la boca inflamada por dentro. Pensé: bueno, ponte en marcha y, seguro que según vaya pasando el día te irás encontrando mejor. Fui a trabajar y, a cada hora fui notando que cada sesenta minutos me sentía más débil. A primera hora de la tarde ya me encontraba hecho polvo y, seguí trabajando duro. A las siete y diez de la tarde le dije a mi jefe: estoy sudando mucho y tengo fiebre. ¿Te importa que me marche a casa? Me encuentro bastante mal. Mi jefe que contestó: No, no, no te puedes marchar. No hay mucho que hacer pero tienes que estar aquí. Además, seguro que lo que tienes es fiebre braguetera. Estás acojonado por todo lo que te va a venir encima muy pronto en el trabajo. Eso es todo. No pienses y trabaja. Todo se solucionará. El jueves por la noche llegué helado a casa. Me encontraba tan débil que a veces abría la boca y se me caía la baba porque no podía coordinar. Tomé un vaso de leche caliente con miel y una pastilla para la fiebre. Me metí en la cama abrigado. Me desperté varias veces por la noche por el sudor. Estaba empapado y estaba empapando la cama. El viernes me presenté a trabajar con varias horas de retraso. Mi jefe no me dijo nada. Ayer sudé durante todo el día como un animal. Repetí la operación de la ducha y la leche con miel. Cuando escribo que me acosté abrigado significa que me acosté con alguna manta de más a la que acostumbro, porque dormir, desde el pasado año que estuve de vacaciones duermo con una camiseta muy raída y nada más. Hoy he acudido a trabajar y me he pasado toda la tarde y parte de la noche en la cama, sudando.

¿Por qué tengo fiebre? Resulta que el pasado martes un chico extranjero vino a probarse en el trabajo. Digamos que estaba a prueba. A media mañana el jefe se dio cuenta que el chico no le interesaba como trabajador, pero como andamos tan jodidos en la empresa me dijo: acompaña a este chico a la seguridad social para comprobar si tienes los papeles de extranjería en regla. El martes por la mañana en la ciudad de Madrid hacía mucho calor, pero como teníamos prisa no me dio tiempo a quitarme nada de ropa. En la seguridad social comprobaron que el chico no tenía los papeles en regla. Volvimos al trabajo. Le comenté al jefe lo que a mí me habían contado. El chico recogió su ropa y ya no le hemos vuelto a ver. Por mi parte me quedé en camiseta porque estaba frito de calor y, ahí me quedé frío (no en el momento) y a partir aquí incubé la fiebre.

Mi jefe tiene este fin de semana un sarao familiar, así que me apuesto con ustedes un céntimo de euro a que el lunes por la mañana a media mañana se marcha al bar y vuelve cuando termina la jornada laboral de la mañana. Por la tarde no vendrá a trabajar porque se sentirá mal. El fin de semana me lo voy a pasar en casa tranquilo porque lo veo venir. Hete aquí un gilipollas que vive en exclusiva para trabajar y que se va a morir igual que los demás.

Cercano a la jubilación hoy un compañero de trabajo me ha contado su historieta particular sobre su mujer: cuando éramos novios follábamos mucho. Al principio jiji jajá; que guapo eres y que listo y cómo no te habré conocido yo antes. Tuve suerte, porque en aquellos tiempos encontrar una mujer que te comiese la polla, que follara y se dejara dar por el culo por placer era difícil de encontrar. Pero amigo, una vez que la relación se hizo formal el jijijí y el jajajá fue desapareciendo de sus labios. Una vez que me engatusó con la boda de por medio la jodí. Te casaste la cagaste. De ser guapo y listo pasé a ser feo y tonto. Comenzó a dirigir mi vida hasta anularme. A veces me decía, cuidado que has cambiado. La respondí la primera vez con otra pregunta: ¿Y tú? Yo no. Sigo siendo la misma. Cogí las llaves de casa y me fui al bar. La misma. Una vez que me engatusó de lleno se convirtió en una hija de la gran puta. Y encima cuando voy a follar por ahí tengo que tener cuidado con que no me pille. Con los olores y las manchas en la ropa. ¿Follar con ella estando casados? Hasta que se quedó embarazada de mi primera hija. He seguido viviendo con ella y seguiré viviendo con ella hasta que las muerte nos separe por nuestros hijos y ahora por nuestros nietos, pero ojalá la hija de la gran puta se muera pronto y me deje en paz. Tengo ganas de llegar a casa y estar tranquilo. Las mujeres dicen que no cambian, que no cambian. Las mujeres son unas lagartas. Ten ciudado chaval, eres muy joven. Disfruta de la vida. -Como un gilipollas-le repondo a mi compañero al que ahora no tengo delante.

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