domingo, 25 de mayo de 2008

la insoportable levedad

Anoche, casi once años más tarde por azar me puse a revisar la película "La insoportable levedad del ser". Este trabajo es en realidad una novela del prestigioso escritor Milan Kundera que tanto gustaba a mi hermano en su juventud, cuando mi hermano leía algo. Años más tarde compró el DVD de la película y hace unas semanas encontré el disco con su carátula y todo. Recuerdo que vi por primera vez esta película cuando yo estaba realizando la objección de conciencia como bibliotecario en un Instituto. Película larga y densa sobre cierto existencialismo. Esta película está catalogada por la crítica con cuatro estrellas y de ella se dice que es la película más erótica desde "El último tango en París". De manera particular "El último tango en París" me parece mucho mejor que "La insoportable levedad del ser".

Esta película retrata la vida de Tomás, un joven cirujano de éxito que es un mujeriego en la ciudad de Praga en el año 1967. La película retrata la invasión soviética y el escarnio que los comunistas cometieron en Checoslovaquia, aunque el escarnio lo cometieron, lamentablemente, en otros muchos países. El personaje de Tomás lo encarna el buen actor y guapísimo Daniel Day-Lewis. Un día Tomás es enviado a un pueblo cercano de Praga a realizar una operación. En el pueblo conoce a una mujer y la mujer se enamora perdidamente de él. Ella le sigue hasta Praga. Follan como cosacos y con el tiempo se enamoran y se casan. Esta mujer es la actriz Juliette Binoche. Antes de conocer a su futura mujer, cuando la conoce y cuando se casan, Tomás mantiene muchas relaciones sexuales con mujeres de portentosa belleza con hermosas y grandes tetas. Con la conquista que más se ve es con Sabina, pintora de profesión interpretada por la siempre atractiva actriz sueca Lena Olin. En esta película el personaje de Sabina se convierte en la fantasía sexual de cualquier hombre. Siempre dispuesta a dejarse hacer, siempre sensual con ropa interior de encaje y la cabeza tocada con un sombrero. Entre los tres forman un triángulo romántico y amoroso. En la película el personaje de Juliette Binoche es dulce, sensible y suave. Le gusta leer la magnífica novela "Anna Karenina". Cuando se casan, ya se sabe (te casaste la cagaste) ella cambia y comienza a tomar las riendas. Le niega a Tomás que vea a Sabina y a sus otras conquistas. Sabina le busca un trabajo a Juliette Binoche como fotógrafa y, retrata con su cámara la invasión comunista. La vida se les pone tan difícil en Praga que Sabina se marcha a vivir a Suiza. Semanas después, con Chescoslovaquia tomada por los soviéticos, el matrimonio decide poner rumbo de por medio hacia Ginebra, ciudad en la que se ha instalado Sabina. La película retrata bien como el mundo de cualquier persona es inestable y cambiante. Sabina y Tomás comienzan a retomar sus embestidas furtivas. La mujer de Tomás se cansa de la situación y decide regresar a Praga. Tomás regresa a Praga para vivir junto a su esposa y Sabina, unos meses más tarde me marcha a vivir a los Estados Unidos de América. Tomás y su esposa encuentran un país arruinado bajo la opresión, se encuentran una ciudad de Praga destrozada. Tratan de abrirse camino pero las circunstancias son muy duras. Los que antes eran su amigos ahora les tratan como esquiroles porque ocupan cargos de responsabilidad para los rusos. La situación es tan insostenible que deciden marcharse al campo, a vivir con unos amigos y a trabajar con menos restricciones. Numerosos cambios en su vida. Las cosas y las condiciones de vida son peores pero el matrimonio rejuvenece y mejora. Tras una noche fiesta de un bar, después de todo lo sufrido y lo pasado que han sido capaces de superar, el matrimonio trata de regresar a su casa en el campo pero un fallo en los frenos del coche les hace fallecer en un accidente. Después de las penalidades, cuando consiguen levantar el vuelo en durísimas circunstancias encuentran la muerte. Sabina conoce la noticia de la muerte de sus amigos por una carta durante su estancia en los Estados Unidos de América. La vida de ningún ser humano está "pre-destinada" por el propio ser humano. Dependemos de cientos de factores ajenos a nosotros mismos. Quizá aquí reside parte de la grandeza y el fastidio de la vida de cada uno de nosotros. "Pre-destinación" no existe y, si existe, es en una dosis muy pequeña. Agradable encuentro ha sido revisar esta película dirigida en 1988 por Philip Kaufman y producida por el gran (por ser un gran productor de cine y un hombre de casi doscientos kilos de peso) Saul Zaentz.

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