En la localidad finlandesa de Oulu hace trece años se puso en marcha un concurso que se llama "guitarra de aire" o "guitarra imaginaria". En este concurso se premia la habilidad, el entusiasmo y el apasionamiento de los participantes "en el arte" de tocar una guitarra imaginaria. Este concurso comenzó siendo un pasatiempo para los amantes del heavy metal, ya saben ustedes, ésos tipos de pelos largos que nunca mueren. Son de estas cosas que pasan en la vida y que al principio parecen una locura que, con los años ha ido creciendo hasta convertirse en un festival sonado entre los amantes del género. El concurso "guitarra de aire" en su décimo tercera edición se ha celebrado este pasado fin de semana. A la final de este concurso se han presentado veinte finalistas de dieciséis países. A día de hoy es un concurso internacional que no para de crecer. Me encantaría poder asistir a la próxima edición de este concurso para ver en directo las actuaciones de los participantes. En primer lugar por regresar a Finlandia, país que me gustó muchísimo entre otras cosas porque las personas que habitan este lugar frío tienen un aire diferente, agradable y en ocasiones jocoso que apenas he podido ver de entre los numerosos países que hasta la fecha he podido visitar. Finlandia es un gran país. Finlandia es un país diferente. Sus gentes gravitan en otra atmósfera. Doy fe de ello. También me gustaría asistir a este concurso como invitado porque en cierto modo me considero un buen seguidor de todo lo absurdo que tenga que ver con el ser humano. El ser humano en actitud absurda me relaja. Me recuerda que somos lo que somos. El campeón de la décimo tercera edición de este festival ha sido el norteamericano Craig Billmeier, apodado Hot Lixx Hulahan. Doy fe que los norteamericanos tienen un sentido del absurdo mucho más desarrollado que en otras partes del mundo debido a su inocencia personal. En la página web del certamen se asegura que si todo el mundo tocase la guitarra de aire no habría guerras, el cambio climático se detendría y las cosas malas del mundo desaparecerían. Los participantes tienen dos pruebas para demostrar sus habilidades, pruebas que tienen un minuto de duración cada una. En la primera los participantes eligen el fragmento de la canción que les interesa y en la segunda actuación están a merced de el fragmento de canción que les impone el jurado. Este concurso puede parecer nuevo, pero les aseguro que cuando este escritorcillo era pequeño, a principios de la década de 1980 acudía de vez en cuando al barrio madrileño de San Blas a visitar a sus primos mayores. Mis dos primos mayores fueron heavys de pura cepa, de pelos largos, pantalones chillones de pitillo que tenían que meterse con calzador y las zapatillas "Yumas" de la época. Alguna vez mis primos bajaban con los colegas a fumarse unos porros y me llevaban con ellos a que me diese el aire, aire un tanto contaminado por razones obvias para un niño. El caso es que allí en reunión se contaban sus andanzas que los fines de semana les ocurrían en el templo sagrado del heavy metal madrileño como fue la sala Canciller, que estaba a menos de un cuarto de hora andando de la casa de mis primos. Recuerdo que uno de los días todos los colegas felicitaron a mi primo. Parece ser que en la pista de baile (nunca he tenido ni puta idea de cómo se baila el heavy) había una chica que todos querían hacerse pero ninguno podía con ella. La cosa es que mi primo estaba en la pista de baile en medio de un punteo bestial con su guitarra de aire y, al lado tenía a esta chica. Cuando terminó la canción y mi primo su punteo bestial se acercó seguro de sí mismo a la chica y le gritó: ¡Piba, sujétame la guitarra que voy al baño porque tengo ganas de mear! La chica se quedó flipada. Ya todo fue inventado. Faltó promocionarlo bien y tener algo de suerte.
domingo, 24 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario