martes, 17 de marzo de 2009

un juicio tolerante

En el país triste, bonito, limpio y aséptico que es Austria ha comenzado el juicio contra Josef Fritzl. Este hombre de setenta y tres años de edad está siendo juzgado en la localidad de Sankt Potten, que es una pequeña y apacible localidad situada al oeste de la hermosa y pequeña capital que es Viena. Josef Fritzl, bautizado por méritos propios como el monstruo de Amstetten, está siendo juzgado por encerrar a su hija de dieciocho años de edad en el sótano de la casa familiar, sedarla y esposarla. A partir de aquí: el horror personificado del ser humano. Veinticinco años de secuestro a su hija a la que se calcula violó en algo más de tres mil ocasiones y con la que tuvo siete hijos. Otro de los hijos, el octavo, falleció a los tres días de nacer y Josef Fritzl se deshizo de la criatura muerta por falta de cuidados abrasándolo en el horno. Se le juzga por incesto, violación, secuestro, y por esclavitud. El monstruo de Amstetten afirma que todos los cargos son apropiados para él menos haber ocultado la muerte y el cádaver de el recién nacido fallecido. Josef Fritzl no acepta este cargo bien aconsejado por su abogado porque este cargo, si le declaran culpable del mismo, le conduciría directo a la cadena perpetua.

Un monstruo de estas características que vive en el cuerpo de una persona en apariencia normal y corriente está recibiendo los detalles y la amabilidad de poder ser juzgado. Afortunadamente, Europa sigue siendo la vieja e inteligente Europa, y, aquí todos los apestados por méritos propios tienen derecho a ser escuchados. Como es lógico y natural, Josef Fritzl no se va a escapar. No se va a escapar y creo que va a tener suerte. Un monstruo de estas características en el cuerpo de una persona aparente, en condiciones normales, debería no tener derecho a la vida. No sé cómo ni de qué modo, pero si no tuviese derecho a la vida, una vez muerto, no podría reparar ni la cuarta parte del daño que ha cometido. Creo que Josef Fritzl no se merece ni la última voluntad de fumar un cigarrillo o almorzar su plato preferido o acostarse con una mujer. Josef Fritzl no debería tener derecho a nada. Sin tener derecho a nada creo que la vida seguiría siendo agradecida para él. La cuestión es que mi pensamiento no es válido y lo que vale es lo que haga y diga el tribunal que le está juzgando. Josef Fritzl tiene derecho a ser escuchado y de su boca dice cosas como que no se arrepiente de lo que hizo. Lo achaca al trauma de infancia de no haberse sentido querido por su madre, a la que en cuanto pudo la encarceló una habitación de la casa en la que vivían. Toda una joya desde sus comienzos Josef Fritzl. Es muy probable que el veredicto del juicio sea el próximo jueves, dentro de dos días. Es llamativo como estos enfermos mentales se creen maravillados de sus hazañas hasta que son atrapados con las manos en la masa. El hombre de sonrisa amable ahora aparece en el juicio tapándose la cara con un archivador de color azul. Además de ser todas las cosas que es se comporta como un cobarde. En la vida hay que estar a las duras y a las maduras. Si has ofrecido tu cara amable cuando te comportabas como un tirano deberías dar la cara cuando te están juzgando como lo que eres, un tirano enfermo. Sobre Josef Fritzl no se puede ni se debe escribir demasiado. El tribunal que le juzga ya es mayorcito y sabio para saber lo que tiene que hacer. La vida para Josef Fritzl, al igual que el juicio que está teniendo, se están comportando con este monstruo de manera tolerante.

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