jueves, 5 de marzo de 2009

dos por uno

Que el ex Ministro de Justicia de España, el señor Mariano Fernández Bermejo haya dejado su poltrona por pasar un fin de semana matando animales me resulta un hecho absurdo. Tan absurdo que ni me va ni me viene. Lo que sí me llama la atención es que un Ministro de Justicia acuda a una cacería y, el propio Ministro de Justicia no tenga licencia de caza para cazar. El Ministro de Justicia no ha dado ejemplo. Por el hecho de no tener licencia para cazar el Ministro debería haber dimitido. Si usted va a cazar y le pillan sin licencia el paquete que le meten es de aquí te espero. El señor Mariano Fernández Bermejo ha sido multado con dos mil euros por no tener licencia para cazar. El señor Mariano Fernández Bermejo, por este hecho, ha demostrado ser un golfo y un cara dura. Su salida del Gobierno es correcta no ya por con quien estuvo cazando. Su salida del Gobierno es correcta porque un Ministro de Justicia debería tener sus licencias en regla.

Una mujer iraní de treinta años de edad que se llama Ameneh Bahrami en el año 2004 quedó ciega debido a que un descerebrado pretendiente, al ser rechazado, se lo tomó tan a pecho que le arrojó ácido en la cara. Después del patético y desolador suceso Ameneh Bahrami emigró a la ciudad de Barcelona. En Barcelona ha sido operada varias veces y le han reconstruido la cara como han podido. Ahora la mujer puede ver por un ojo. En Irán, ante un acto tan aberrante, se puede aplicar la famosa frase la ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente. Las leyes en un país como Irán son aberrantes porque las mujeres no son tratadas como merecen. Ameneh Bahrani tiene ahora la posibilidad que le otorgan las leyes en Irán de poder tirarle el mismo ácido en la cara al descerebrado que se lo tiró a ella. Este asunto ya es demasiado aberrante de por sí, pero el machismo de la cultura iraní lo convierte en algo más aberrante todavía, si es que esto es posible y, lamentablemente es posible. Ameneh Bahrami tiene la posibilidad de llevar a cabo la ley del Talión, pero no de cualquier manera. Si ella quiere ejercer el derecho que se le otorga primero tiene que pagar al Gobierno iraní veinte mil euros de su propio bolsillo. Si llega a efectuar el pago, a su agresor nada más que podrá quemarle con ácido un ojo porque en Irán las leyes aseguran que cualquier mujer vale la mitad que un hombre, por lo que los dos ojos de una mujer valen el ojo de cualquier hombre. Dos por uno. Si la mujer hubiese sido la agresora la hubiesen matado a pedradas. ¿Es esto justo? ¿Es esto razonable? Una mujer vale lo mismo que cualquier hombre. No entiendo el motivo por el que el ojo de una mujer no vale lo mismo que el ojo de un hombre. En Irán, en China o en Italia. Demasiado demencial la vara de medir para unos y para otras. No es justo. Me da tanto asco esta situación que por desgracia seguirá vigente durante largos años que aquí mismo concluyo el artículo de hoy. Piensen por ustedes mismos y decidan lo que crean oportuno.

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